Llevo todo el día liada con las plantas, trasplantando macetas, quitando las que se habían muerto por el calor, poniendo nuevas. Le he pegado una buena poda al Aloe Vera que estaba tremendo y ocupaba mucho espacio. En fin que no he parado.
Antes de cenar me he metido en la ducha y el agua era casi negra, de la tierra que llevaba encima.
Tenía que arreglar las plantas, pero podría haber decido no hacerlo, ya que hoy el calor era insoportable, sin embargo sabía que si no terminaba de trasplantar, las plantas acabarían muertas, y además no me gustaba salir y verlas mal.
El trabajo ha merecido la pena, estoy agotada pero ahora mis plantas se ven muy bonitas.
Bueno tanto rollo, ¿para que?. Pues porque hoy quiero comentar la séptima creencia irracional de Albert Ellis. Viene a decir que pensamos que es más fácil evitar las actividades desagradables que realizarlas y quitárnoslas de encima.
Este es el relato que aparece en el libro de “Aprendo a vivir” de Bernabé Tierno, para explicar esta creencia irracional.
SEPTIMA CREENCIA IRRACIONAL
“Es más fácil evitar el afrontar ciertas responsabilidades y dificultades en la vida,
que hacerles frente con la disciplina de uno mismo”.Lo que le sucedió a don Illán, con su mujer y su hijo:
Don Illán era uno de los hombres más poderosos de la ciudad.
Siempre había trabajado duro y se conocía por haber superado muchas dificultades.
Sucedió que Don Illán tuvo un hijo propenso a la enfermedad y la madre decidió ocuparse de su educación para que no le pasara nada.
Acostumbró al niño al descanso y al placer, pues no permitía que hiciese nada por miedo a que se pusiera enfermo y, por otro lado, consentía ante todos sus caprichos.
El niño se convirtió en mozo y los médicos diagnosticaron que la enfermedad que tuvo al nacer había durado sólo unos cuantos meses, pero que ahora había adquirido una enfermedad peor: la del holgazán.
En muchas ocasiones he pensado en no hacer algo que era mi responsabilidad pero que me resultaba pesado o desagradable. Supongo que todos en algún momento lo hemos sufrido.
Por ejemplo, llegaba el fin de semana y sabía que debía hacer los deberes pero me daba mucha pereza y lo posponía.
Pero esto era aun peor, porque no me los quitaba de la cabeza hasta que el domingo por la tarde como ya no lo podía alargar más, me tocaba hacerlos a corre prisas.
Sabía que era mucho mejor hacerlos el viernes para así no pensar ya en ellos, y de hecho cuando tenía alguna acampada con los scouts y los hacia el viernes era una verdadera liberación.
Así que decidir no hacer los deberes el viernes y alargarlo, sólo me generaba más insatisfacción, pues tenía remordimientos. Era fácil no hacerlos pero pagaba un alto precio por ello.
Lo más recomendable es terminar nuestras obligaciones que menos nos gustan lo antes posible para poder olvidarnos de ellas. Y lo mejor es pensar en el resultado final para que la tarea sea más llevadera.
Buscar el lado positivo a lo que hago me ayuda a realizarlo con mejor humor y disfruto más que si estoy todo el rato lamentándome o si lo pospongo continuamente.
¡Sonríe a la vida y la vida te sonreirá!