El miedo a fracasar, al rechazo, pone freno a lo que deseas

Esta tarde he visto un ejemplo clarísimo de como nos condiciona lo que nos rodea, hasta el extremo de no hacer lo que realmente queremos.

Me he ido con mis hijos a patinar. Allí había dos chicos de unos 15 años con un monopatín, y se les daba bastante bien. Mi hijo también se había llevado el monopatín, que le regaló su tía ayer y al ver a los chicos ha sentido las ganas de ir a pedirles que le enseñaran, se ha quitado los patines, se ha puesto las zapatillas, ha cogido el monopatín y ¿que ha pasado?,…..

Nada, no se atrevía a ir a preguntarles si le enseñaban como usarlo. Temía que le dijeran que no.

Sabía exactamente como se sentía, porque yo he vivido situaciones similares, en las que el miedo al rechazo o a fallar frenaba mi ilusión.

He tratado de explicarle que lo peor que le podía pasar era que no quisieran enseñarle, lo cual era justamente lo que le pasaba en ese momento, pero si lo intentaba tenía la posibilidad de que le dijeran que si y aprender como manejar mejor el monopatín.

Pues al final han llegado unas compañeras de clase que también llevaban patines y se ha olvidado del monopatín, se ha puesto sus patines y ha estado patinando con sus amigas.

Todo esto me ha hecho pensar en la cantidad de ocasiones que nos frenamos, dejamos pasar las oportunidades que se nos presentan por miedo a fracasar, y en muchas de esas ocasiones lo peor que nos podría pasar si salía mal era quedarnos exactamente igual que estábamos.

Por miedo al rechazo, al fracaso no lo intentamos y perdemos la oportunidad de lograr algo que queremos.

Sé que lo que estoy intentado lograr no es fácil, en mi búsqueda de la libertad financiera puedo equivocarme en un motón de ocasiones, incluso perder, ya que me estoy moviendo en un terreno totalmente nuevo para mi, sería más cómodo dejarlo estar, quedarme como estoy. Total, tampoco estoy tan mal. -ERROR- (ahora vendría bien un ruido de esos que hacen en los programas de la tele cuando uno se equivoca, trata de imaginártelo, porque es justo lo que sonaría ante esta forma de pensar)

El razonamiento correcto, el que le daría a mi hijo sería.

Mi situación actual puede que no esté mal, pero eso no quiere decir que me deba conformar, que lo deje de intentar.

Analizando los posibles resultados:

Si lo intento y sale fatal, peor que mal, ¿qué es lo que puede pasar? ¿Qué me quede como estoy, qué pierda algo de dinero, qué sienta un poco de vergüenza por haber fallado?, es posible, pero no me voy a morir, no es algo catastrófico.

Si lo intento y no sale mal del todo pero no logro el objetivo final, de entrada ya estaré mejor que antes de iniciar mi camino, por los conocimientos que he adquirido hasta ahora y por el cambio que se ha producido en mí. Ahora ya estoy mejor que antes de empezar, tengo un propósito, una meta, como persona me siento más capaz, y no quiero ponerme límites y mi economía esta mejor. Sólo por eso ya merece la pena.

Pero, ¿y si lo intento y sale bien?, ¡Caray! ¡Que gozada!, vivir sin preocupaciones de dinero, disfrutar de mi tiempo con mi familia.

¿No crees que es preferible vencer el miedo, la vergüenza a un posible fracaso, el temor a que te digan que estaba claro que no lo ibas a conseguir, y ser el dueño de tu vida?

Hoy sin lugar a dudas creo firmemente que es lo mejor que podría haber hecho.

2 comentarios

  1. Hola Inma,

    En verdad me he conmovido mucho con esta entrada, ya que en algún momento como todos viví situaciones semejantes y no es nada agradable enfrentarse a los temores que tenemos de una forma tan directa, pero creo que lo has manejado muy bien.

    Hoy en día hemos aprendido que debemos arriesgarnos, pero es un proceso paulatino y que en cosas como las que nos explicas vamos reforzando, y de he reconocer que son estos ejemplos tan claros que nos brindas los que nos permiten encontrar el camino hacia lo que buscamos.

    Saludos

    Omar Carreño

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