Las palabras que decimos pueden llegar a producir mucho daño en él que las escucha. Antes de decir nada pásales el filtro de las tres rejas, verdad, bondad y necesidad.
Si nuestra intención no es provocar en el oyente un sentimiento de tristeza y amargura, es mejor que pensemos bien lo que vamos a decir antes de hacerlo.
¿Te ha ocurrido alguna vez que por enfado, envidia, despecho o cualquier otro motivo, has buscado las palabras más duras para decirle a otra persona con el único propósito de hacerle daño?
Hay ocasiones en las que intencionadamente le he dicho a alguien algo que sabía que le iba a doler, estaba enfadada y quería hacerle daño.
En ese momento estaba furiosa, pero una vez soltado, viene el remordimiento. He conseguido mi propósito, le he hecho daño, pero yo no me siento mejor, al contrario me siento muy mezquina y desearía con todas mis fuerzas retirar lo dicho.
Cuando haces esto, consigues dolor pero en los dos lados, hacia el otro y hacia ti. Atraes lo que piensas.
La forma de evitar que te dominen las emociones es el autocontrol y si no nos motiva el hecho de no dañar al otro, debemos ser un poco egoístas y pensar que las palabras dichas se volverán contra nosotros y el daño que queremos hacer también lo recibiremos nosotros.
Otro motivo por el que hablamos más de la cuenta es que nos gusta cotillear y comentar cosas que no hacen ningún bien, que no sabemos seguro si son ciertas y que tampoco es necesario decirlas.
El chismorreo es muy contagioso y lo único que puede hacer es daño.
El cuento que traigo hoy, da unas sencillas pautas que conviene seguir antes de decir algo de alguien o a alguien.
LAS TRES REJAS
Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
-Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
-¡Espera! –lo interrumpe el filósofo- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad, no. Al contrario…
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
(De autor desconocido, circulaba por un foro de Internet)
Bueno trataré de recordar las tres rejas y ponerlas en práctica.
Espero que te haya gustado, si es así te invito a compartirlo en tus redes sociales. Y si quieres plantearme alguna duda o sugerencia deja un comentario.
¡ Sonríe a la vida y la vida te sonreirá!
¡Un fuerte abrazo!
Inma Ruiz
Gracias por leer en Gana Dinero y Tiempo nuestro artículo “Las tres rejas. Las palabras pueden hacer mucho daño, piensa lo que vas a contar antes de hacerlo”.
Hola Inma,
Te saludo con mucho gusto desde un lluvioso México, D.F., fíjate que lo que expresas en tu entrada es sumamente cierto y necesario, hace unas semanas recibí el Principio 90 – 10 de Stephen Covey y lo he puesto en práctica. ¡No sabes lo bien que me he sentido!
Creo que lo mejor que puede uno hacer es decir exclusivamente lo necesario sobre las cosas que nos interesan y sentirnos bien con nosotros mismos en la medida de lo que es importante para encontrar un consuelo positivo.
Te mando un gran saludo con mucho cariño
Omar Carreño
Hola Omar.
No conocía este principio, lo he buscado por google y he encontrado este artículo.
Creo que este principio viene a decir que si bien no podemos cambiar lo que pasa si que podemos decidir cual es nuestra actitud. Nosotros decidimos como vivir ese momento y dependiendo de nuestra decisión conseguiremos mejorar o empeorar lo siguente.
Un saludo.