Voy a tratar de explicar lo que sentí ayer, viendo a mis hijos con sus primos jugando.
Estábamos en el chalet de mis suegros. Los 5 primos con edades comprendidas entre los 4 y 8 años estaban en la habitación preparándose para dormir.
Mientras se ponían el pijama, mi cuñado subió a la cama para colgar de nuevo en la pared un payaso de madera que mi hijo había descolgado.
Fue entonces cuando mi cuñado se puso a caminar sobre la cama cantando. Automáticamente los 5 niños lo imitaron, saltaban, reían, cantaban la sencilla melodía que había iniciado mi cuñado y disfrutaban.
Por un lado sabía que no era bueno para la cama que estuvieran saltando, pero por otro no podía evitar sentirme feliz.
Mi suegra y yo veíamos el espectáculo con la sonrisa en la cara sin decir que dejaran de saltar.
Fue un momento muy especial, apenas duró cinco minutos pero fue increíble.
Recordé como yo saltaba en la cama de mis padres cuando era una niña, me encantaba, era muy divertido y cuando me decían que eso no se hacía recuerdo que pensaba, cuando sea mayor saltaré en mi cama y nadie me podrá decir que no lo haga, porque será mi cama.
¡Qué ilusa!, hace años que no he saltado en una cama. La inocencia de los niños no la deberíamos perder jamás.
Ayer reviví ese momento, aunque yo no salté, (no por falta de ganas) me sentía muy feliz, veía la cara de mis hijos y mis sobrinos y era una delicia.
Llevo todo el día recordándolo y sonriendo, y también con un poco de tristeza al darme cuenta que en el camino hacia mi madurez he dejado atrás una de las mejores cosas de la vida, la inocencia, la felicidad de ser un niño y gozar con pequeñas cosas.
Me fastidia tener que estar diciendo todo el día que no está bien que hagan esto, que no se fijan y por eso se les cae la leche en el mantel, que no se metan bajo de la cama (con lo divertido que era hacerlo).
Olvido que son niños y esa es su gran suerte, no tienen que hacerlo todo bien, no podemos pretender que sean perfectos.
En uno de mis primeros artículos incluí un texto de W. Livingston Larned titulado “Papá Olvida”, que refleja muy bien que los niños son niños y al igual que los adultos no son perfectos.
Los que me conocen saben que soy muy sentimental, y aunque suene a tonto, mientras escribo estas líneas y recuerdo lo vivido ayer tengo los ojos húmedos, y un poco de nudo en la garganta.
Es bueno ser niño, y creo que es bueno olvidar de vez en cuando que es lo correcto, que es lo mejor para el somier y en su lugar ponerse a saltar como niños.
Trataré de recordarlo y si se presenta la oportunidad de saltar en una cama con mis hijos me uniré a ellos, porque dentro de unos años ellos también habrán perdido la inocencia de la niñez y también pensaran que es lo mejor para el somier.
Con lágrimas en los ojos me despido.
¡Sonríe a la vida y la vida te sonreirá!
Hola Inma,
Un artículo entrañable, me ha emocionado, y he recordado algunos momentos muy felices de mi infancia.
Yo también he saltado en la cama de mis padres cuando era niña, y había olvidado muchas de las cosas que dije entonces, cuando me decían que no saltara.
De niños pensamos que al hacernos mayores podremos hacer todo lo que no nos dejan hacer, pero al crecer nos olvidamos de lo que tanto nos gustaba y es una pena como tu has dicho.
Gracias por recordarme lo bonito de ser niña.
Un abrazo.
Hola Luna,
Deberíamos recordarlo más a menudo, pero la responsabilidad de adulto es muy fuerte. Hoy me he vuelto a ver diciéndole a mi hija que no saltara en la cama y al hacerlo he recordado lo que sentí el sábado, y me ha fastidiado reñirla.
No resulta fácil despegarnos de nuestra madurez.
Me ha encantado, me he imaginado la escena y no quiero perder la oportunidad de saltar con mis hijos en la cama.
El tiempo pasa muy deprisa y tengo que aprovechar que son pequeños, luego no querrán hacerlo.
Me he propuesto que mañana cuando los acueste nos pondremos a saltar en mi cama, espero que el somier aguante.
Yo también quiero sentirme niña otra vez.
Muy buen artículo.
Hola Aurora,
Me parece una idea brillante, ojalá que la realices. Yo me quedé con las ganas y espero que se presente de nuevo la oportunidad.
Tú has decidido provocarlo y es digno de aplaudir.
Un saludo.