El viernes por la tarde me di cuenta que mi blog no funcionaba, ni se podía entrar como administrador, ni para leer los artículos.
Algo se había estropeado y no iba.
Se lo dije a mi maridete, pues él controla mucho más que yo todo esto.
Después de mirarlo un rato, pensó que el problema estaba en la base de datos, llamó al servicio técnico, pero allí le dijeron que los técnicos habían terminado a las 18:00 y hasta el lunes no habría nadie para atender las incidencias.
¿Como?, ¿Todo el fin de semana sin que funcione?.
Trató de solucionarlo él, restaurando la copia de seguridad de la base de datos, pero no funcionó, después de varios intentos lo dejó estar y envió un correo electrónico al servicio técnico para que lo miraran lo antes posible.
Hoy a las 12:30 ha vuelto a funcionar.
¡Sí, vuelvo a tener mi blog operativo!
Esta situación me ha hecho pensar en como en cierto modo nuestra actitud ante este problemilla nos ha liberado.
Está claro que el hecho de estar tres días sin blog no es el fin del mundo, pero según como te lo tomes puede convertirse en un fin de semana muy largo, si no dejas de pensar y preocuparte por lo ocurrido.
Mi marido se ocupó hasta donde pudo, realizó las comprobaciones que sabía, trató de restaurar la copia de seguridad, y al ver que no podía hacer nada, decidió dejarlo correr, envío el correo al servicio técnico y pasó a ocupar su tiempo y sus pensamientos en aquello que dependía de él.
No puedo negar que en algunos momentos durante el fin de semana hemos pensado en lo fastidioso que era lo que había pasado y sentíamos cierta impotencia al no poder hacer nada.
Pero no se ha convertido en nuestro centro de preocupación.
No habríamos conseguido ningún resultado diferente aunque nos hubiéramos pasado todo el fin de semana dándole vueltas a por qué se había estropeado, ni tratando de hacer cosas que no sabemos para intentar solucionarlo, es más, lo podríamos haber fastidiado todavía más.
Además estábamos más o menos tranquilos porque disponíamos de la copia de seguridad y teníamos claro que tarde o temprano lo arreglarían.
En fin, con esta historieta sólo quería mostrarte un ejemplo simplón de lo importante que es dejar de preocuparse de aquello en lo que no puedes influir y pasar a ocuparte de lo que depende de ti.
Amplia tu círculo de influencia y reduce tu círculo de preocupación.
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